Ca�a de Az�car 20(2):17-46. 2002 NOTA CIENT�FICA LA UTILIZACI�N DE UMBRALES PARA EL MANEJO DE �LA CANDELILLA DE LA CA�A DE AZ�CAR� Aeneolamia varia (HOMOPTERA: CERCOPIDAE) EN VENEZUELA
INIA
Yaracuy, Apartado 110, San Felipe, | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
RESUMEN La candelilla (Aeneolamia varia) es un insecto plaga asociado a las gram�neas, con preferencia, en Venezuela, por la ca�a de az�car y con efecto econ�mico en las principales regiones cultivadas. El da�o, secado extremo o quemado, al tejido foliar es consecuencia de la alimentaci�n de los adultos en �poca lluviosa, con 4 a 6 generaciones/a�o. Se han utilizado hist�ricamente, durante el monitoreo sistem�tico de sus poblaciones, �valores cr�ticos� como orientaci�n para tratamientos. Hasta los a�os 80 la evaluaci�n era semanal y visual (5 puntos/tabl�n de cultivo, ninfas/2 cepas, adultos/40 tallos). Predominaba como alternativa, la utilizaci�n de agrot�xicos. Con la introducci�n de la metodolog�a de evaluaci�n con las trampas adhesivas amarillas, se incorpor� el control biol�gico con Metarhizium anisopliae (a�os 90), lo cual condujo a ajustes en los �niveles cr�ticos�. A finales del 90 y comienzos de 2000 se eval�a, adicionalmente, los huevos (tablones piloto = 200.000 huevos/ha), con la bolsa amarilla 2/ha) para el monitoreo de adultos, se retoma el control qu�mico en ninfas (0.5 ninfas/planta). El Central Portuguesa (2001-2002) invirti� 1,2 millardos de bol�vares en 18.000 ha cosechadas. El planteamiento de los programas de vigilancia y pron�stico consideran la determinaci�n de los umbrales fisiol�gicos de da�o (UF). Se incorporan el planteamiento de Norton sobre umbral econ�mico de da�o (UDE) y el retorno neto (RN), el cual operacionaliza la toma de decisi�n para la utilizaci�n de alternativas, bajo un sistema de manejo integrado de cultivo (MIC). THE USE OF THRESHOLDS TO THE MANAGEMENT OF SUGARCANE FROGHOPPER Aeneolamia varia (HOMOPTERA: CERCOPIDAE) IN VENEZUELA SUMMARY Sugarcane froghopper (Aeneolamia varia) is an insect associated to grasses and highly attracted to the sugarcane crop economically affecting the main cultivated areas. The foliage damage, extreme dried or burnt, are consequence of the adult's feeding, through 4-6 generations per year (rainy season). Historically, �critical values� of the population obtained after a systematic monitoring have been used as a guide to establish experimental treatments. Until the 80�s, visual evaluation was done weekly (five cultivation points per lot, nymphs in two stumps, number of adults in 40 stems). Also, the use of agrotoxics was the predominant choice. Once yellow adhesive traps are introduced as an evaluation method, Metarhizium anisopliae, a biological control method, is incorporated (in the 90�s), which allowed to adjust the "critical value". At the end of the 90�s and beginnings of the year 2000, sugar cane froghopper eggs (pilot lot = 200.000 eggs by ha) + "yellow bag" for monitoring adult (2 per ha) + nymph chemical control (0.5 nymphs by plant). Portuguesa sugarcane factory (2001-2002) invested Bolivars 1,2 billion in 18.000 ha already harvested. The principle of the surveillance and forecast programs is to considerate the physiologic thresholds of damage, UF. Norton�s approach about economic threshold of damage UDE, is incorporated, as well as, the net return, RN, which allowed to take decision about using Integrated Crop Management, ICM. INTRODUCCI�N La candelilla Aeneolamia varia fue detectada en Venezuela en 1931 por Myers (Ferrer y Torres, 1984). Paralelo a lo que ha sido el desarrollo de la ca�icultura nacional, se ha incorporado a las principales regiones originalmente cultivadas de pastos, donde tradicionalmente se ubicaba. En general, este insecto est� localizado en las �reas ca�eras de la Regi�n Centro Occidental, existiendo zonas como El Tocuyo y Carora donde no es problema. As� mismo, existen �reas como Cumanacoa y Cariaco donde A. varia comparte su h�bitat con Delassor tristis (Guagliumi, 1954), sin causar p�rdidas econ�micas. Esta �ltima especie desarrolla sus ninfas en la parte a�rea del cultivo, lo que sugiere aplicar un manejo diferente. En algunas �reas ca�eras al sur del Lago de Maracaibo cercanas a Agua Viva, el insecto se localiza sobre el cultivo durante toda su fase de desarrollo sin constituirse en plaga (Linares, 1985); no obstante, el mayor efecto econ�mico se ubica en Portuguesa. A. varia en su estado de huevo tiene la capacidad de entrar en un per�odo de reposo o diapausa, lo que podr�a ser considerada una diapausa �estival�, puesto que se pone de manifiesto durante el per�odo seco del a�o. Vreudenhil (1984) determin� que la duraci�n de esta diapausa tiene relaci�n con la �poca del a�o en que el huevo es colocado. Este autor clasific� los huevos en tres grupos: huevos sin diapausa o diapausa corta (eclosionan en menos de 30 d�as), huevos de diapausa mediana (eclosionan entre 30 y 90 d�as) y huevos con diapausa larga (eclosionan despu�s de los 90 d�as). Con base en esta clasificaci�n, observ� que los huevos puestos a fin de a�o (agosto-noviembre) entraban en diapausa larga, los colocados a principio de a�o (diciembre-enero) entraban en diapausa mediana y los puestos a mediados de a�o (mayo-junio) no entraban en diapausa. De esta manera, es observable que esta caracter�stica hace coincidir las mayores poblaciones durante el per�odo lluvioso y que la misma a su vez es responsable de una eclosi�n continua de huevos durante todo el a�o (poblaciones mezcladas). Los huevos son colocados en el suelo o encajados (endof�ticamente) en material vegetal muerta y h�meda. Por ello, una de las medidas de control preventivo incluye el volteo de la capa superficial para enterrar los huevos y disminuir la capacidad de sobrevivencia de las ninfas reci�n emergidas y el quemado del tamo o resto de cosecha que contiene huevos encajados (Linares, 1987). El Central Portuguesa la denomina rastra fitosanitaria o rastra sin graduaci�n (Arias, 2003). En condiciones de umbr�culo, se ha observado una duraci�n para esta fase entre 14 y 22 d�as. El factor humedad del suelo permite que se manifieste la finalizaci�n del periodo de diapausa. Por ello, aproximadamente dos semanas despu�s de ca�da la primera lluvia, se observan las primeras ninfas, lo que a su vez se�ala el inicio de la evaluaci�n poblacional correspondiente a la segunda fase de desarrollo del insecto el cual es denominado brote invernal (Linares, 1982). Las ninfas reci�n emergidas tienen alta capacidad de movilizaci�n en busca del tejido radicular donde inicia su per�odo de alimentaci�n. Tienen un rango amplio de gram�neas hospederas alternantes (Linares, 1985) e incluso algunas cyperaceas como Cyperus rotundus. Dentro de un manejo integrado de plagas (MIP), el control de malezas en el cultivo de ca�a de az�car va dirigido precisamente a disminuir la capacidad de supervivencia de las ninfas. No se ha observado poblaci�n alguna del insecto en esta fase, que haya producido alg�n efecto detrimental en el cultivo. La duraci�n de esta fase en condiciones de umbr�culo es de 21 a 32 d�as (Linares, 1982). Este per�odo representa, el tiempo disponible para implementar la medida de control. Tal medida, en esta fase, se considera ideal, puesto que no se dar�a oportunidad de emergencia de adultos que no s�lo son los responsables de los da�os, si no de garantizar la reproducci�n de la especie (Linares, 1987). Los adultos conservan el h�bito alimenticio por succi�n de savia, pero la realizan sobre el tejido foliar, dejando subsecuentemente toxinas en la herida que causan. Finalmente, aparece un necrosamiento a manera de secado con un efecto similar al producido por un herbicida. Este da�o realmente es dependiente del tama�o de la poblaci�n de adultos presentes, es irreversible y acumulativo, en la medida en que se van produciendo nuevos brotes o generaciones sobre el cultivo. Esta fase de adulto tiene una duraci�n entre 12 y 17 d�as. Se observa incremento de su actividad en las horas m�s calientes del d�a, por lo que se recomienda hacer los muestreos poblacionales en horas tempranas de la ma�ana (Guagliumi, 1855 y 1962), cuando �stos son localizados mayormente en la parte basal envolvente del haz de la l�mina foliar (Linares, 1987). El adulto tiene, al igual que las ninfas, un rango de hospederas graminiformes amplio, pero en este caso la especie tiene preferencia por la ca�a de az�car (Linares, 1985), que pone de manifiesto en virtud de su capacidad de vuelo. Esto induce nuevamente al control de malezas como medida agron�mica permanente, que al mismo tiempo tendr�a influencia en las condiciones microclim�ticas que provocan una alta humedad, como ya se mencion�, influye en la eclosi�n de huevos y sobrevivencia de las ninfas. Ferrer y Torres (1984) se�alan que en una fluctuaci�n te�rica de las poblaciones de candelilla, en la realidad, lo que se observa son generaciones mezcladas o superposici�n de generaciones producto de la eclosi�n continua de huevos con diferente grado de diapausa, que a su vez son provenientes de adultos sometidos a diferentes condiciones ambientales y alimentados con tejido vegetal con diferente grado de desarrollo fisiol�gico (Torres y Garc�a, 1984). El Central Portuguesa invirti� en el manejo de la candelilla de la ca�a de az�car, en la zafra 2001-2002, 1,2 millardos de bol�vares en 18.000 ha cosechadas a un costo por hect�rea de 185.122,00 bol�vares (Arias, 2002). Lo anterior permite visualizar por qu� el uso de los productos qu�micos para el control ha llevado la realizaci�n de numerosas aplicaciones, observ�ndose en forma generalizada brotes cada vez m�s da�inos. La puesta en practica de un MIP persigue no permitir la manifestaci�n de los da�os o quemado del follaje, ya que los mismos son responsables de p�rdidas econ�micas. En cuanto a los bioreguladores (Linares, 1982), se demostr� en un diagn�stico de los enemigos naturales presentes en la regi�n Centro Occidental de Venezuela, que Metarrhizium anisoplie como hongo entomopat�geno, tiene un amplio rango de distribuci�n. Con este hongo se ha desarrollado en Venezuela gran parte de la investigaci�n preliminar. Esta incluy� la importaci�n experimental de los productos MetabiolR y ConbioR de Brasil el cual fue probado en el campo con resultados variables y con tesistas del postgrado de Fitopatolog�a de la Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado (UCLA), que incluyeron el perfeccionamiento de cr�a masiva, pruebas de patogeneidad o virulencia de campo y laboratorio, la de�terminaci�n de razas fisiol�gicas y la compatibilidad con insecticidas (Zambrano et al, 1989; Zambrano et al, 1990; Molina et al, 1991). Posterior a esto se han organizado laboratorios como Probioagro, que por m�s de 15 a�os han cubierto la demanda nacional del referido controlador biol�gico (Probioagro, 1993). Salpingogaster nigra (Diptera: Syrphidae), que se alimenta en su fase de larva como depredador de ninfas de candelilla, es un insecto bien distribuido y aunque tiene una alta capacidad de depredaci�n, sus poblaciones son reguladas por un complejo de enemigos naturales que lo hacen ineficiente como controlador de ninfas de candelilla (Linares, 1987). Hexamermis doctylocercus sp.n. (Mermithidae: Nematoda) (Poinar y Linares, 1985), como par�sito de ninfas de candelilla, tiene una distribuci�n m�s localizada y se observaron niveles de parasitismo hasta de 23%. Todos los aspectos se�alados, aunados a las diferentes condiciones clim�ticas de cada regi�n, hacen que los programas de evaluaci�n y control sean diferentes para cada zona. As�, en el �rea de influencia de la Azucarera R�o Turbio los primeros brotes han ocurrido desde marzo, mientras que en Portuguesa ocurren normalmente desde abril y en forma m�s definida, lo que permite un sistema de control m�s preciso y coordinado. MUESTREO POBLACIONAL Este insecto ofrece la posibilidad de muestrear sus tres fases de desarrollo. Bianco et al (1984) se�alan una metodolog�a para el muestreo de huevos diap�usicos basada en la colecta de muestras de tierra y tamizado hasta un tama�o correlativo con el de los huevos y colecta final suspendi�ndolos en una soluci�n saturada de cloruro de sodio. Dicha metodolog�a es �til en el diagn�stico preliminar de la plaga y en la evaluaci�n del parasitismo en esta fase, tal como lo se�ala Arias (2003). La fase de ninfa y adulto ha estado normalmente incorporada a los programas de evaluaci�n. Ferrer y Torres (1984) resumen los m�todos utilizados en Venezuela que plantean en forma com�n la evaluaci�n de cinco puntos en cada tabl�n tomados en forma diagonal. El m�todo que tubo mayor vigencia fue el propuesto por Ferrer en 1973 que hab�a implementado la Caron� Research Station de Trinidad, mediante el cual se muestreaban 200 tallos para la determinaci�n de la poblaci�n de adultos. Evans (1974) propuso el muestreo secuencial como herramienta que facilitar�a no s�lo la toma de decisi�n a la hora de controlar si no que reducir�a sustancialmente el n�mero de muestras a tomar en cada evaluaci�n. En Portuguesa, estos muestreos se inician en el mes de abril, habi�ndose realizado un monitoreo previo de huevos cuyos valores que excedan los 200.000/ha confirma la selecci�n de los tablones piloto. Otro criterio es el de los sembrados con variedades susceptibles como C 32-3268 y MY 55-14 (Arias, 2003). Los muestreos de candelilla en Venezuela son de tres tipos:
Los dos primeros se realizan para determinar la fluctuaci�n poblacional y el �ltimo, en para estudios de resistencia varietal y en ca�as comerciales, con el fin de estimar disminuciones en los rendimientos (Linares, 1984). Para estimar la fluctuaci�n poblacional se plantea la realizaci�n de tres pasos preliminares:
El central Portuguesa realiza anualmente un estimado poblacional en la fase de huevo de la candelilla, posterior a la zafra, en cada unidad de producci�n para confirmar los tablones que ser�n pilotos para el monitoreo de ninfas y adultos durante la �poca lluviosa del a�o, seleccionando aquellos cuyos valores poblacionales est�n por encima de 200.000 huevos/ha (Arias, 2003). M�TODO VISUAL Se plantea la evaluaci�n semanal de los tablones pilotos mediante el contaje de cinco puntos (cada uno cerca de la esquina y el centro del tabl�n); contando en cada punto el n�mero de adultos presentes en 40 tallos y el n�mero de ninfas en dos cepas del cultivo. Si los tablones exceden a las tres hect�reas, se adiciona un punto m�s por cada hect�rea. Los contajes se realizan hasta las 10:30 a.m. aproximadamente. Se toma la informaci�n en una planilla semanal o por fecha de evaluaci�n que permite graficar la fluctuaci�n poblacional. Este tipo de muestreo se mantiene en algunas unidades de producci�n. M�TODO DE LA TRAMPA ADHESIVA AMARILLA Este m�todo plantea la sustituci�n del contaje directo de los adultos, por su captura de adultos en una l�mina amarilla impregnada con un adherente inerte como sustancia pegante (actualmente pega para rat�n diluida en gasolina), ubicadas igualmente en cinco puntos dentro del tabl�n piloto (Salazar et al, 1983). Este m�todo fue desarrollado mediante un estudio de correlaci�n con el m�todo visual y se le asignan ventajas como la de lograr una informaci�n m�s objetiva, se puede evaluar a cualquier hora del d�a y de f�cil manipulaci�n. El contaje de ninfas y los registros poblacionales se hacen de la misma manera que el m�todo visual. En los �ltimos a�os ha cobrado vigencia, sobre todo en Portuguesa, el uso de la bolsa amarilla (60 x 60 cm), utiliz�ndose tanto para control etol�gico como para el monitoreo (Arias, 2003). Los valores cr�ticos para el m�todo visual, producto de la experiencia pr�ctica para el a�o de 1987 (Linares, 1987), eran como se indica en el cuadro 1.
Si se utilizaba el m�todo de la trampa adhesiva, se propon�a que con una poblaci�n promedio por trampa y por finca de 15 adultos, las aplicaciones resultan eficientes, no implicando esto que fuera un nivel econ�mico de infestaci�n (Linares, 1985). Arias (2003) maneja en la actualidad un programa que en forma general establece 100 adultos/bolsa o 0,5 adultos /trampa adhesiva amarilla como valores cr�ticos (Linares, 1984). No obstante, el manual de manejo integrado de la candelilla 2003 (PROBIOAGRO, 2003), especifica de acuerdo a la edad del cultivo, el m�todo de monitoreo y la magnitud poblacional del insecto, la alternativa factible de control. (Cuadros 2 y 3). �NDICE DE DA�O FOLIAR En ensayos regionales de variedades El m�todo permite la cuantificaci�n de da�o foliar causado por candelilla (severidad) mediante la utilizaci�n de una escala gr�fica que va de 1 a 5 (Linares, 1984). El mismo consiste en seleccionar dentro de cada tratamiento o variedad experimental diez tallos al azar; a cada tallo se le cortan las hojas n�mero 3, 4, 5 y 6 de arriba hacia abajo, consideradas fotosint�ticamente activas seg�n Clements (1980), se cuentan el n�mero de hojas correspondientes a cada grado de da�o y con esta informaci�n se calcula la intensidad de ataque, utilizando la f�rmula modificada de la Sociedad Inglesa de Micolog�a (Agrios, 1997 )
donde, "n" es el n�mero de hojas por cada grado de da�o y "v" el grado de da�o seg�n la mencionada escala gr�fica.
En ca�as comerciales El m�todo fue propuesto por Torres y Garc�a (1984) y puesto en pr�ctica en su oportunidad, por la Azucarera R�o Turbio. Posteriormente fue implementado por el departamento de campo de PROBIOAGRO (1993). En la actualidad es utilizado en el Proyecto FONCIT 2000001486 �Implementaci�n de un sistema piloto de alarma epidemiol�gica para el manejo integrado de plagas en la ca�a de az�car en los valles de los r�os Turbio y Yaracuy�. El mismo consiste en catalogar la magnitud de los da�os causados por candelilla en las hojas fotosint�ticamente activas, considerando la edad de la ca�a y el grado de desarrollo agron�mico del cultivo. Se utiliza una gu�a para determinar las hojas fotosint�ticamente activas. Esta informaci�n es tomada al observar s�ntomas de da�o, al final del per�odo de ataque de la plaga o a la salida de las lluvias. Finalmente, la magnitud de los da�os son relacionados con los rendimientos en ca�a y en az�car del cultivo, los que a su vez permiten proponer modelos matem�ticos para estimar las p�rdidas econ�micas. UMBRALES La ruta actualizada para el establecimiento del MIP, plantea en su comienzo el proceso de muestreo o monitoreo, el cual puede definirse como "la acci�n para detectar enfermedades o plagas, junto con factores meteorol�gicos y desarrollo del hospedante, visualmente o a trav�s de aparatos (termohigr�grafo, trampas u otros) y es ejecutada en el contexto de la vigilancia" (Kranz et al, 1994). La toma sistem�tica y continua de muestras requiere de un proceso de evaluaciones fitosanitarias que, relacionadas con las estimaciones productivas del cultivo, conducen a la definici�n de umbrales. Si a estos �ltimos se le incorporan variables de tipo socioecon�mico para apoyar la toma de decisiones y asesor�a fitosanitaria, se est� hablando de un sistema de vigilancia epidemiol�gica que no es diferente del ya conocido MIP. Sin embargo, para poder trabajar con umbrales y modelos matem�ticos predictivos confiables, es necesario manejar bancos de informaci�n que si incluyen datos de muestreos peri�dicos (a�os) conducir�n a recomendaciones acertadas. Por ello, los programas MIP deben ser estables en el tiempo y en el espacio, locales, regionales y si es posible nacionales. Para entrar en los aspectos econ�micos relacionados con la fitosanidad es necesario definir algunos t�rminos, s�lo como propuestas de orden pr�ctico (Kranz et al, 1994):
Todo parece indicar que es necesario reflexionar en el sentido de que no s�lo es conveniente incorporar alternativas de control ecol�gicamente factibles, sino que es apremiante demostrar las bondades econ�micas de los tratamientos fitosanitarios a los cultivos. Los intentos en este sentido por parte de especialistas e investigadores han sido importantes cuando se han determinado los denominados factores de p�rdida, que ciertamente han apoyado algunos an�lisis econ�micos sobre la medidas fitosanitarias. Sin embargo, es necesario ir un poco m�s all� e involucrar a los especialistas de la econom�a en este tipo de actividad. Por ahora se resaltar�n algunos elementos que nos lleven a evaluar, finalmente, el ingreso econ�mico por la utilizaci�n de alternativas de control, mejor conocido como el retorno neto, RN (Kranz et al, 1994). Determinaci�n del umbral econ�mico de da�o (UDE) Considerando que ya ha sido solventado, mediante el proceso l�gico de investigaci�n, todo el referencial tecnol�gico relativo al plan de muestreo del problema fitosanitario en particular, el paso subsiguiente es determinar el UF. Este se obtiene indirectamente mediante un sencillo an�lisis de regresi�n entre un da�o fitosanitario (variable independiente "x") y los niveles de efecto sobre el cultivo (variable dependiente "y"). Este an�lisis conduce a la expresi�n matem�tica y = bx + a, donde "b" es el coeficiente de regresi�n. De aqu� lo importante es destacar que el coeficiente de da�o "d" del problema fitosanitario es b/100. Finalmente el UF = [a]/b (valor absoluto de "a" entre "b"). Kranz en 1994 propone una modificaci�n a la f�rmula de Norton (1976), sobre el Umbral Econ�mico de Da�o, as�:
Donde:
As�, es obvio que el valor del UDE es definitivamente variable en el tiempo y en el espacio, pues su valor se modifica en la medida que var�an los costos relativos a la alternativa de control disponible y/o factible, el precio que se espera para el producto cosechado (asociado a los rendimientos y precios esperados) y a la eficiencia que se le exige al producto utilizado como alternativa de control (p.ej. a los agrot�xicos se les debe exigir una eficiencia por encima de 70%). Para visualizar la bondad de esta propuesta se plantear� un ejercicio de orden pr�ctico, considerando el modelo desarrollado en Durute (municipio la Trinidad, estado Yaracuy) en el a�o de 1998:
Donde:
Entonces:
Con esta poblaci�n el cultivo de la ca�a de az�car empieza a responder fisiol�gicamente mostrando los s�ntomas de da�o foliar. Dicho de otra manera, por debajo de 444 adultos acumulados/trampa el cultivo no mostr� da�o foliar. Considerando los factores econ�micos para el a�o 2.002 en el estado Portuguesa (Arias, 2002):
Entonces: El UDE = 610,16 adultos acumulados/trampa, que representa la poblaci�n capaz de inducir da�o de naturaleza econ�mica al cultivo. Si se utiliza el modelo de regresi�n lineal simple correspondiente a Durute en 1999 y las mismas caracter�sticas econ�micas:
La idea es realizar el tratamiento respectivo al menos dos semanas (umbral de control - UC) antes de que se presente este valor (de acuerdo con la biolog�a del insecto), pues un tratamiento en el UDE ya no tiene sentido desde el punto de vista econ�mico. Por esta raz�n, la propuesta es llevar un registro sistem�tico del insecto, calcular sus poblaciones acumuladas sobre la marcha de este monitoreo, y as� predecir la poblaci�n futura del insecto. En este �ltimo punto ha cobrado vigencia el c�lculo del de la tasa de incremento poblacional �r� y el coeficiente de mortalidad �k�, para cada localidad, variedad cultivada o �rea de influencia del Central Azucarero. Para el a�o de 1998 en el �rea agroecol�gica de Durute, municipio Independencia, estado Yaracuy, se muestra gr�ficamente (Figura 1) el comportamiento poblacional de A. varia, indicando sus correspondientes valores r y K. Con ella se determin� que la candelilla manifest� seis picos poblacionales durante estos ocho meses. La tasa diaria de incremento poblacional r, durante las tres primeras generaciones fue de 0,01, increment�ndose esta a 0,47 para lo que represent� el cuarto pico poblacional. Conocer el valor de esta variable para el insecto en esta localidad, durante 1998, permiti� predecir y estimar los valores poblacionales en el a�o 1999 y/o hacer el ajuste en funci�n de conocer valores m�s cercanos a la realidad de esta variable para la candelilla.
La f�rmula de esta variable es:
Siendo, �t� el tiempo y �v� el valor poblacional correspondiente. De la misma manera se calcul� el valor k (estimador del efecto de los factores bi�ticos y abi�ticos sobre el comportamiento poblacional del insecto) para cada una de las generaciones. As�, se pudo observar que cuando los mismos son positivos, los factores ambientales favorecen el incremento poblacional, mientras que los negativos indican que los factores ambientales, por el contrario, tienen un efecto detrimental. Para los efectos del proyecto, el valor que toma esta variable permiti� predecir (para 1999), el valor del pr�ximo pico poblacional, conocido el valor actual, al aplicar la f�rmula correspondiente:
Determinaci�n del Retorno Neto (RN) Aceptando que existen numerosas metodolog�as, Kranz et al (1994) proponen al igual que en el caso anterior, la f�rmula siguiente:
Donde:
Al observar esta f�rmula se puede inferir que el fitosanitarista, para argumentar econ�micamente su trabajo, debe tener un amplio conocimiento del cultivo como tal, pues debe estimar metodol�gicamente o por experiencia, los rendimientos esperados en el lote de cultivo objeto de trabajo. Debe manejar los aspectos fitosanitarios (capacidad potencial que tiene la plaga de afectar los rendimientos) en funci�n de los referenciales de la zona, producto o no del proceso de investigaci�n, y as� sucesivamente todo lo que tiene que ver con precio de la cosecha, costo de las alternativas directas e indirectas de control del problema fitosanitario. Al igual que en el caso anterior, consideremos un caso particular de A. varia, y tomando como referencia los aspectos econ�micos de la �ltima zafra azucarera de Portuguesa (2002), se obtiene el RN:
En el a�o de 1998 este valor era inferior en 62,49 %, debido a que los rendimientos promedio en ca�a eran de 70 t/ha, los rendimientos en az�car eran de 7 kg por cada 100 kg de ca�a y el precio del az�car era de 141,9 Bs/kg, mientras que el costo del control qu�mico y cultural se incrementaron muy poco. Lo anterior indica que considerando elementos tecnol�gicos y econ�micos actuales, el MIP tiene mayor peso espec�fico, en el proceso productivo de la ca�a de az�car en estado Portuguesa. CONSIDERACIONES FINALES Se ha llegado a la conclusi�n de que para estructurar y operar un programa de vigilancia epidemiol�gica para la agricultura, en los diferentes pa�ses del mundo, cada uno con un grado de avance asociado a sus caracter�sticas socioecon�micas, han cubierto la etapa m�s importante que es la definici�n de sus realidades en cuanto a los problemas fitosanitarios se refiere (Linares et al, 1999). As�, est�n bien definidos para cada �rea agroecol�gica y cultivos, el rango de problemas fitosanitarios potenciales. De estos se conocen metodolog�as de evaluaci�n, potencialidad de sus da�os, umbrales nominales en su mayor�a (producto de la experiencia), rango de enemigos naturales y su efectividad, entre otros. Esta informaci�n reposa en documentos, en el conocimiento y sabidur�a de los agricultores, en conocimiento y experiencia de agrot�cnicos, investigadores y educadores. Si esto existe, la primera barrera a romper es gerenciar con la organizaci�n de agricultores, entom�logos, fitopat�logos, malez�logos, acar�logos, para que la protecci�n vegetal no siga siendo manejada como parcela independiente o por disciplina, como t�cnicamente se le ha venido catalogando (ej. los pa�ses realizan congresos nacionales de Entomolog�a y pocos congresos nacionales de Protecci�n Vegetal). El segundo escenario a romper lo representa los agrot�cnicos que se especializan en suelos, en variedades, en semillas y otros, desconociendo en la gran mayor�a de los casos que la mejor y m�s efectiva alternativa de control fitosanitario lo representan las medidas agron�micas, que para los fitosanitaristas son las alternativas culturales de control. Lo anterior quiere decir MIP no puede ser visto independiente y aislado del cultivo. Finalmente, dado que la fitosanidad, al igual que el desarrollo agr�cola, es una cuesti�n de estado, los pol�ticos, en el buen sentido de la palabra, ubicados en los organismos oficiales rectores del desarrollo, deben conocer que el manejo agron�mico, incluyendo su fitosanidad, obedece a pautas cuya responsabilidad recae en los profesionales del agro como expertos conscientes de la necesidad de incrementar rendimientos en trato arm�nico con la naturaleza y en los agricultores como portadores de la informaci�n fidedigna de su predio y responsables del primer eslab�n de la cadena agroalimentaria. Con estas herramientas en la mano se pasa al proceso de dise�o de la estructura que con fines did�cticos, se aplica en el caso del "minador de las hojas de los c�tricos", Phyllocnistis citrella, en el municipio Nirgua, estado Yaracuy, Venezuela. Para el momento de inicio del proyecto (enero, 1998) se dispon�a de informaci�n for�nea sobre la bioecolog�a, plan de muestreo, umbrales, alternativas de control y otros e informaci�n local sobre la problem�tica general y fitosanitaria del cultivo. Se establecieron dos fincas piloto representativas de la zona, para un total de 17 estaciones fitosanitarias fijas. Semanalmente se visitaron las estaciones de muestreo, se analizaban las muestras en el laboratorio, se procesaban estad�sticamente los datos en la computadora en una hoja de c�lculo previamente dise�ada, en un espacio f�sico denominado Unidad Central de Procesamiento de Datos (UCPD), se realizaba una revisi�n r�pida del resto de la informaci�n que requer�a el responsable de esta unidad (banco de informaci�n agrotecnol�gica, banco de datos climatol�gicos, estad�sticas de producci�n de la zona, bancos de datos fitosanitarios y posibles reglas de pron�sticos ya conocidas). El an�lisis simult�neo de la informaci�n que llegaba de campo con la informaci�n paralela de apoyo, unido a la destreza profesional del responsable de la UCPD, permit�a emitir un veredicto. Si era el caso (se�al de alarma) se transcrib�a un reporte escrito (Informe t�cnico) que se hac�a llegar a cada uno de los citricultores de la zona a trav�s de la radio, la prensa, los extensionistas, y los organismos de planificaci�n y desarrollo agr�cola. Si no era necesario, el programa a trav�s de la UCPD continuaba aliment�ndose con la finalidad de redefinir la metodolog�a de campo, los umbrales y la incorporaci�n de alternativas de control. En este �ltimo sentido, el trabajo condujo a la incorporaci�n a este agroecosistema de la avispita Ageniaspis citr�cola Logvinovskaya, 1983 (Hymenoptera: Encyrtidae) el 14 de junio de 1998, con lo cual finaliz� el problema fitosanitario relevante en las diferentes �reas citr�colas del estado Yaracuy (Linares et al, 2001). Este caso demuestra que un programa MIP bajo el enfoque epidemiol�gico de la vigilancia y pron�stico conduce a acciones acertadas en funci�n de la protecci�n vegetal. Esta actividad debe ser competencia de los Servicios Estatales de Sanidad Vegetal de cada pa�s. Deben ser locales, regionales y nacionales y deben ser permanentes en el tiempo. A los programas de vigilancia epidemiol�gica para la agricultura les corresponde definir las l�neas de investigaci�n en fitosanidad. Por otro lado, deben manejarse en v�nculo directo con los gobiernos locales y regionales y dar posibilidad de incorporaci�n de las redes de estaciones meteorol�gicas, ya que los problemas fitosanitarios est�n normalmente asociados a los factores clim�ticos de cada regi�n. En funci�n de lo anterior, se hace necesario definir algunos conceptos para ubicar la fitosanidad dentro de las competencias oficiales, estatales o gubernamentales (Linares et al, 1999):
La vigilancia y los pron�sticos juegan un papel muy importante, porque su aplicaci�n permite a los agricultores, a los t�cnicos y a las instituciones, captar con adecuada precisi�n una realidad fitosanitaria y tomar las decisiones acertadas y oportunas para prevenir o para mitigar el efecto da�ino de las plagas, en el predio, en la localidad o en el pa�s, dependiendo del �mbito en que les corresponda actuar. REFERENCIAS AGRIOS, G. N. 1988. Plant pathology. 4th ed. Academic Press, San Diego, EEUU. 703 p. ARIAS, M. 2002. Programa MIP en el �rea de influencia del Central Portuguesa. XIII Reuni�n Nacional Manejo Integrado de Plagas en la Ca�a de Az�car, MIPCA. Chorobobo, estado Lara. 05 al 06 de septiembre. Digitalizado en CD. ARIAS, M. 2003. Manual de operaciones para el manejo integrado de la candelilla. Central Azucarero Portuguesa. 33 p. Mimeografiado. BIANCO R., R.; R. REYNA, R.; MART�NEZ, A. 1984. 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